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Termina noviembre y empieza el último mes del año: diciembre. Hemos trajinado duro a lo largo de estos meses y en el balance anual hay activo y pasivo. Pienso en las historias personales de tantos amigos y conocidos, en parte, las mismas de tantos otros con quienes nos cruzamos en la calle y de los que apenas guardamos una vaga imagen que rápidamente se borra. Los esfuerzos puestos en los afanes diarios no necesariamente se ven reflejados en la cuenta de ingresos y gastos. Para muchos el activo (logros, alegrías) supera ampliamente los pasivos, para más de uno, sin embargo, el pasivo (frustraciones y penas) puede llegar a sofocar los pocos activos conseguidos. Entiendo que en este último caso, sea difícil mantener el cuerpo erguido y el ánimo alegre. ¿Qué me puede decir la Navidad en una circunstancia así? Sigue leyendo