“Narnia”, el mundo creado por C. S. Lewis, tiene períodos de gloria. Aslan, hijo del Emperador de Allende los Mares, canta y a su paso se despiertan las criaturas del bosque. Los árboles estiran sus ramas, las flores se abren… Por la noche las arropa. Un rugido suyo y las tinieblas huyen despavoridas. Pero no todo es felicidad, un día llegó la Bruja Blanca e hizo de Narnia un invierno continuo y sin Navidad: nieve, frío, oscuridad. Al contacto con su varita faunos, leones, y toda suerte de seres vivos quedaban convertidos en piedra.
Nubes en el cielo, bajas temperaturas, vientos fríos anuncian la llegada del invierno. A su paso la vida se congela. No es la muerte, es vida en mínimos, casi a nivel de amebas. Las heladas y los friajes son fenómenos no sólo de ciertas zonas alto andinas del Perú, pueden llegar también al corazón de las organizaciones y convertirlas en espacios fríos, áridos, inhóspitos. Todo funciona, pero las sonrisas se han congelado. Quizá la frase que mejor condensa esta situación sea “esto ya no es como antes”. Y no lo es, no porque hayamos mejorado, sino porque la calidez del ambiente laboral se ha deteriorado.
La Bruja Blanca no pertenece a Narnia, quiere sojuzgarla. ¿Dónde está Aslan? Se sabe que existe, pero hay largas temporadas en las que se aleja. Nadie está contento, pero ninguno puede con los poderes de la Bruja, su técnica es perfecta, sus hechizos funcionan. ¿Cómo vencerla y hacer de Narnia el mundo feliz y colorido de otras épocas? La esperanza seguía viva y se sabía que un día llegarían hijos de Adán y Eva para liberar a Narnia del hechizo. Unos niños, no eran “rambos” ni agentes última generación de la CIA. A su ayuda vendría nuevamente Aslan, dispuesto a poner orden para que el invierno tenga Navidad y vuelva la primavera en el bosque.
Me parece que con las organizaciones puede suceder otro tanto. Se pierde el Norte, la eficacia quizá aumenta, pero el costo es convertir en estatuas de piedra a la gente. “Esto ya no es lo que era”, pero siempre se está a tiempo de enmendar el rumbo, previo giro de timón que sólo Aslan puede dar, acompañado de un puñado de niños armados de sentido común.
Lima, 19 de Julio de 2016.