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Los años pasan volando y el 2021 nos queda cada vez más cerca. El Bicentenario es de esas fechas emblemáticas en las que los peruanos volvemos a plantearnos preguntas radicales, en el sentido de que hemos de ir a nuestras raíces para responder quiénes somos, después de esta andadura de doscientos años de vida republicana. Federico Prieto, autor del libro “Así se hizo el Perú. Crónica política de 1939 a 2009” (2010), vuelve a pensar el Perú con un reciente libro “La segunda Independencia” (2017) o cómo llegamos al 2021. No indaga sobre el PBI, ni los nuevos mercados internacionales. Es más bien una mirada hacia dentro en busca de la condición humana de los peruanos en el sentido en que lo entiende Hanna Arendt.
El presente no agota la identidad nacional y tampoco se trata de lanzarse al futuro prescindiendo de nuestro pasado histórico, creencias y derivas. Como menciona Martín Santiváñez en el prólogo del libro, el Bicentenario que conmemoraremos “implica volver a colocar el acento en esta lucha fundamental: o realismo o utopía. O realismo o ideología. O realidad o ensoñación”.
Una de esas grandes variables de la condición peruana es la naturaleza del Estado peruano que para Prieto es la de “un Estado laico creyente, no un estado laicista neopagano”. En este sentido, Estado e Iglesia reclaman libertad e independencia recíprocas, “lo que obviamente no impide reconocimientos históricos ni colaboraciones oportunas, como ocurre en el Perú”.
Somos, ciertamente, un Estado laico y ésta es una de las materias en donde realidad e ideología se desencuentran, porque quienes quisieran destruir todo puente entre el Estado y la Iglesia católica fallan en el diagnóstico, a causa de la ideología que reduce su mirada. No quieren ver lo evidente: el Estado no es el que tiene fe, son los ciudadanos quienes son creyentes (o no lo son). Basta ver la devoción a Santa Rosa de Lima a los cuatrocientos años de su muerte o la próxima llegada del mes morado con las calles de Lima abarrotadas de miles de fieles acompañando al Señor de los Milagros, para darnos cuenta que la fuerza de la realidad deja sin discurso a quienes pretenden borrar las huellas de Dios en la Constitución Política del Perú.
Celebro el libro de Federico Prieto, políticamente incorrecto, valiente en su propuesta y defensor de la Constitución histórica del Perú, la real, con olor a incienso y a rosas y sabor a turrón de doña Pepa.
Lima, 19 de septiembre de 2017.