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Hay palabras y conceptos que con tan sólo mencionarlos caen como pedradas al ojo: machismo, fascismo, totalitarismo, fundamentalismo… La “ideología” se encuentra entre esos vocablos que, en las distintas formas de comprender la realidad, es la categoría más débil y precaria de pensamiento. Se la puede definir como ideas al servicio de intereses, forma simplificada de leer la realidad.
Marx le asestó uno de los mayores golpes al afirmar que toda ideología encubre la realidad y no es sino una forma de justificar los intereses de la clase dominante. Quizá el uso que nos sea más familiar es el de ideologías políticas, en su gran variedad liberal o socialista. En este sentido, una ideología se constituye como una forma simplificada de explicar el mundo y encaminada a la acción. Las ideologías no quieren pensar la sociedad, quieren cambiarla y por eso ofrecen visiones sencillas, reducibles a pocas reglas y con respuestas de cajón para resolver los problemas. Lo que les falta de rigor, les sobra de pasión.
En el conjunto del saber humano, las diversas disciplinas nos descubren variados aspectos de la realidad. Ante una rosa, el poeta dirá “no la toques que así es la rosa”; el agrónomo se da cuenta que está frente a una rosa injertada; el jardinero piensa en un vivero de flores; el teólogo verá en ella el símbolo de la Madre de Dios como Rosa mística; el geómetra se quedará admirado de la simetría de sus pétalos. Es la misma rosa y cuánto podemos decir de ella. A la ideología no le podemos pedir mucho, su mirada es corta, va al bulto, no matiza. Lo suyo es banalizar el pensamiento serio y convertirlo en un slogan efectivo: “proletarios del mundo, uníos”; “campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza”; “abajo los orcos, arriba los elfos”.
Afortunadamente, la ciencia, la filosofía, la técnica, el arte, la ética, la teología son pensamiento fuerte y riguroso. La ideología es más bien parasitaria. Y por más que se vista de seda, mona se queda. Cada cual en su sitio y, así como para saber de física, no acudimos a las novelas de Julio Verne, para saber de la condición sexuada del ser humano, poco nos puede decir la ideología.
Lima, 18 de febrero de 2017