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Tertulia Abierta

~ Blog de Francisco Bobadilla

Tertulia Abierta

Publicaciones de la categoría: Educación

¡Viva el latín!

24 Domingo Nov 2019

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Latín, Lucrecio, Séneca

Me ha tomado mi tiempo leer el libro de Nicola Gardini, “¡Viva el latín! Historias y belleza de una lengua inútil” (Crítica, 2017). Página a página aparecen fragmentos de Cicerón, Séneca, Virgilio, Horacio, Lucrecio, San Agustín… Es un libro escrito por un latinista. Quien ya está familiarizado con el latín lo disfrutará mucho. No es mi caso, soy un “entusiasta” del latín, no un conocedor. Mi encuentro con el latín fue hacia los 19 años. Descubrí las oraciones cristianas y las fui memorizando una a una: Ave Maria, Pater noster, Gloria, Credo. Al poco tiempo me encontré con el canto gregoriano: partitura en mano, un poco de buen oído, memoria y a cantar. La Misa en latín fue, probablemente, mi mejor escuela y hasta la fecha intento leer las Sagradas Escrituras en latín/español. Luego vinieron las clases de latín, lo básico (declinar sustantivos y adjetivos, conjugar verbos…). Encontrarme con el libro de Gardini ha sido volver a reanimar mi cariño por el latín.

En “De bello gallico”, Julio César narra la conquista de la Galia (58-51 a. C). Amante como era de la ciencia de la construcción, describe en prosa elegante y clara la construcción de un puente. Gardini concluye que “César nos muestra que la lengua es un puente, un muro, una nave: une, contiene, transporta. Dicho en otras palabras, la lengua es sintaxis: es el ensamblaje de los elementos necesarios para lograr una función determinada que, para César, en este caso, es informar y explicar, midiendo y conquistando todos los territorios de lo decible” (p. 61).

Lucrecio es más bien el maestro del léxico, precisa el significado de cada palabra. La “pietas” es muy importante en la cultura romana. “Es el respeto a los dioses, a los progenitores y a la patria; es la forma más elevada de amor: participación, devoción, esfuerzo, fe”. Pero para Lucrecio –quien niega la existencia de los dioses- la “pietas” es más bien “el culto a la claridad intelectual, a la responsabilidad del juicio, a la intuición segura, no la práctica de ritos cruentos y teatrales “(p. 67). Para Lucrecio, “la vida en el universo se organiza como el lenguaje en un escrito; lo creado es escritura y la escritura es creación. ¡El poema mismo es una imagen del universo a escala reducida! No hace falta decir que una intuición como esta es una de las más sublimes de solo del “De rerum natura”, sino de toda la poesía latina” (p. 73).

Séneca (4 a. C – 65 d. C) ha sido y es uno de los personajes de la historia latina que siempre me ha llamado la atención. Hay un capítulo del libro dedicado a él. Lejos está de ser un pensador cristiano. Para Séneca todo acaba en esta vida, nada de esperas. “Feliz –afirma- es quien sabe ver con claridad, hoy, ahora, su realidad interior, quien conoce exactamente sus necesidades, quien distingue los esencial de lo vano; quien estando solo, sabe estar en compañía de sí mismo. Feliz es quien evita la insatisfacción, la vanidad, la inconstancia, la decepción, el derroche, el tedio, la náusea” (p. 133). Y continúa en ese orden de ideas. Bonito lo que dice, pero irreal. ¿De qué ser humano está hablando? Su optimismo antropológico no es de este mundo. Y en esto, acierta Gardini cuando dice que “Séneca vivió y murió como filósofo. Veía la bajeza y las miserias de las personas y las sufría; pero proclamaba la divinidad del ser humano”. Me quedo con este fragmento de sus “Cartas a Lucilio, 99, 4”: “Créeme, gran parte de aquellos a quienes hemos amado, aunque el azar nos lo haya arrebatado, queda con nosotros; nuestro es el tiempo que ha transcurrido y nada está en un lugar más seguro que aquello que ya ha sido” (p. 139).

“Quien estudia latín –afirma Gardini- debe hacerlo por una razón fundamental: porque es la lengua de una civilización; porque Europa se ha forjado con el latín. Porque en latín están escritos los secretos de nuestra identidad más profunda y queremos poder leer esos secretos” (p. 203). A nuestro alcance está la literatura clásica latina y, más cercana aún, está el latín eclesiástico, más sencillo, pero igualmente bello. Termino con una cita de Robert Spaemann –uno de los grandes filósofos contemporáneos- para quien el siguiente texto del Salmo 17 es la súplica de protección más bella que existe: “Custodi nos Domine ut pupillam oculi. Sub umbra alarum tuarum protege nos (Guárdame como a la niña de tus ojos. A la sombra de tus alas resguárdame”.

Lima, 24 de noviembre de 2019.

Liberar la educación

19 Martes Feb 2019

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Educación, libertad, MINEDU, SUNEDU

Octavio Paz (1914-1998) acuñó la expresión “el ogro filantrópico” (1979) para referirse al crecimiento monstruoso del Estado convertido en el Gran Hermano que lo ve todo, está en todo y cree saberlo todo. Vuelvo a esta feliz caracterización para mirar al ogro burocrático estatal metido hasta el tuétano en el sector educación, al nivel básico como al nivel superior. ¿Cómo se pretende formar ciudadanos libres, solidarios, creativos con un Ministerio de Educación metido en las cuadrículas de los indicadores que, más que mejorar la calidad, la fosiliza en formatos al mejor estilo mecanicista?

Las escuelas, los institutos y las universidades no son colmenas de abejas, construcciones perfectas, con sus celdas todas iguales, una abeja reina fecunda, sus zánganos y sus miles de obreras acarreando insumos. Pareciera que esta es la imagen que se tiene de la educación desde MINEDU: educación básica y superior reducida a los sistemas formales, olvidándose del espíritu y de la fuerza creativa de la libertad. Hay, desde luego, muchos buenos técnicos dedicados a medir la operación: infraestructura, profesores, inversión en capacitación, comprobar la consistencia del modelo educativo, etc. Magníficos supervisores y fiscalizadores colocados en las tribunas de las canchas, pero no pocos carentes de la sensibilidad para percibir el proceso educativo en su integridad. Miran, pero no juegan el partido.

La escuela la hacen los padres de familia, los profesores y los alumnos. Un buen maestro le saca jugo a la tiza. ¿Tablets, escuela digital, actividades, programaciones? Bien, pero la relación maestro/alumno es otra cosa. Lo que nos deja huella en un colegio es habernos topado con un buen maestro, más que con una buena carpeta. El estilo universitario, asimismo, es un modo de ser perteneciente, más al espíritu de finura que la mera suma de indicadores. Me he encontrado en el órgano supervisor de las universidades con muy buenos profesionales, pero con casi ningún universitario. Han reducido a las universidades a un esquema cartesiano sin vida y sin espíritu. Para tener el espíritu universitario no basta con ser abogado, administrador, contador, estadístico. Ser universitario es una vocación que no cabe en ningún indicador. Con esto intento decir que sólo entenderá, adecuadamente, lo que es un colegio o una universidad quien la ha vivido y vive desde dentro en su complejidad: geometría y fineza.

El Estado burocrático no puede con su alma y, mucho menos, con el peso del país real. Debe reconocer sus limitaciones y dejar que la iniciativa privada asuma el rol que le compete por derecho propio. Quien debe pedir permiso es el Estado no la sociedad civil. Imponer un currículo porque así lo deciden unos ilustrados, diseñadores de modelos a espaldas de la realidad, es una arbitrariedad. A SUNEDU le pasa otro tanto y me recuerda aquello que Vicente Rodríguez Casado –un universitario cabal- contaba de un congreso al que había asistido sobre los conventos españoles. Se habló mucho de los garbanzos que cultivaban los monjes –nos contaba-, pero nada del espíritu que animó a esos religiosos a ser monjes. Percibo lo mismo de SUNEDU: se fija demasiado en los garbanzos y olvida el espíritu universitario.

Es tiempo de liberar a la educación, hay que liberarla del ogro burocrático que quiere reducirla a una colmena de abejas.

Lima, 17 de febrero de 2019.

La integridad a baño María

11 Lunes Jun 2018

Posted by tertuliaabierta in Ética, Educación, Política, Sociedad

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ÉTICA, integridad

Queremos desterrar la corrupción en el sector público y privado, deseamos un país en que los niños estén protegidos y la mujer sea respetada. Grande es el desencanto cuando vemos que muchos políticos no buscan el bien común, que hay jueces inicuos dedicados a deshonrar la justicia, que hay un periodismo vendido al poder o al dinero dispuesto a falsear la verdad. Quien roba, soborna, extorsiona, maltrata, miente… sabe que comete un acto prohibido por la ley y por la moral. Las normas penales son muy claras y señalan los delitos con precisión. Cuando el escándalo es mayúsculo la severidad de las penas aumenta. Y, sin embargo, como lo dice el poeta, “el cadáver ¡ay! siguió muriendo”.

Vemos el mal y al instante –desde las diversas instancias del poder- ponemos sistemas de control para frenar y penalizar las malas prácticas de la corrupción. Somos conscientes de que el derecho no es suficiente y apelamos a la ética: verdad, honestidad, transparencia, servicio, integridad. ¿Programas de formación ética para todo el mundo? Sí, pero, aun así, nos quedamos cortos; entre otras cosas, porque –como lo dicen los entendidos y el sentido común de mamá- la ética no se enseña, se aprende en comunidades de práctica en donde directivos y colaboradores, funcionarios y empleados, aprenden las buenas prácticas valorativas que se comunican por contagio y con el ejemplo. Si éstas faltan, la mejor norma nace y muere en el papel.

Kierkegaard (1813-1855) lo vio con singular claridad, señalando que lo crucial no está en elaborar una buena teoría ética, sino en vivir y existir éticamente. Desde luego, nos viene bien saber qué es la honestidad y cómo se refleja en los sistemas contables. Esto es solo un buen inicio. Lo que sigue ya no depende de la norma, está en las manos del actor. Es el viaje hacia el fondo de uno mismo, allí donde se forjan el amor a la verdad, el respeto a los demás, el espíritu de servicio, la humildad para saber que tenemos pies de barro, la sencillez para evitar posturas vanidosas. Es decir, la integridad no se predica, se vive y sabe Dios cuánto cuesta. Predicadores apasionados de honestidad abundan en el escenario político peruano: les sobra ira, les falta autenticidad.

Las normas señalan el camino, pero no caminan. Quien suda la gota gorda es la persona que está en la operación, quien ve pasar el dinero por sus manos un día y otro y resiste en el bien, rechazando la tentación de encontrar la trampa a la ley. Sí, vivir lo que se predica es reduplicar existencialmente la integridad ética. La integridad no es el resultado de leyes anticorrupción, ni mucho menos el resultado de una exitosa campaña de imagen. Como están las cosas, lo que urge son jefes íntegros, más que decretos de urgencia. Y dado que la integridad se cocina en la intimidad del corazón humano, invirtamos más en la formación de las personas, cuya maduración compagina más con el baño maría, que con la llama ardiente.

Lima, 29 de mayo de 2018.

La fineza de espíritu en la empresa

02 Miércoles May 2018

Posted by tertuliaabierta in Educación, Excelencia Empresarial, Sociedad

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Competencias blandas, EMPRESA

Las empresas buscan, entre otras cosas, que sus productos o servicios sean adquiridos por sus clientes. De los buenos resultados económicos pende la sostenibilidad de la misma organización. Llegar a las metas planeadas supone un gran esfuerzo para todos los miembros de la empresa. Estrategias, operaciones, sistemas de control se ponen en marcha para hacer frente a la competencia del mercado. No hay lonche gratis, lo sabemos.

A la par, también somos conscientes de que una empresa no se reduce a una máquina que fabrica productos y dinero. Interactuamos entre seres humanos y cada uno es una biografía compleja en donde confluyen aspiraciones, ilusiones, ambiciones, sueños. Aportamos a la empresa nuestras competencias operativas y buscamos, asimismo, un lugar en donde la propia dignidad personal sea reconocida, acogida y celebrada. Nadie, de ordinario, busca la infelicidad en su trabajo. Queremos empresas con alma, es decir, organizaciones en donde el talento profesional sea reconocido y, a la vez, se trabaje a gusto porque las relaciones interpersonales están cargadas de sentido y de fineza de espíritu.

La fineza de espíritu forma parte del modo de ser personal y, por tanto, es una cualidad transversal que se expresa en el comportamiento de los integrantes de la empresa. Es decir, la fineza de espíritu no es patrimonio exclusivo del área de servicio, de atención al cliente o de recursos humanos; es una competencia que forma parte de la calidad humana de cada miembro de la organización y que configura la cultura organizacional dándole un tono de cordialidad, benevolencia, beneficencia y amistad a las relaciones interpersonales.
Cordialidad que se expresa en el tono amable, buenos modales y trato respetuoso con los clientes internos y externos. Benevolencia manifestada en el trato cálido y sincero que celebra los logros de los compañeros de trabajo. Beneficencia acreditada en la disposición continua de servir a los colegas y estar atentos a sus necesidades reales. Finalmente, amistad franca orientada a buscar el bien para cada uno de nuestros colaboradores, sabiendo pasar con elegancia las fricciones propias de la convivencia profesional.

La fineza de espíritu no sustituye a los resultados en azul de una empresa, pero sí pone una cuota de alegría a la exigente carga laboral de cada día.

Lima, 2 de mayo de 2018.

Cultura y ciencia en la Universidad

23 Miércoles Ago 2017

Posted by tertuliaabierta in Educación, Libros, Pensamiento, Reseña de Libros

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cultura, Honorio Delgado, Universidad

“Cultura y ciencia en la universidad” (1954) es un sugerente ensayo de Honorio Delgado (1892-1969), padre de la psiquiatría peruana, fino humanista y universitario cabal. Entiende a la cultura “no como suma de conocimientos sino como porte y forma de vida”. Es formación no acumulación de información. Por eso sostiene que “en la universidad la tensión entre variedad y unidad del contenido de la cultura se resuelve en la formación del espíritu de tal suerte que, sin dispersarse en la adquisición de conocimientos infinitos, adquiera una amplia perspectiva de saber preciso señoreado por el criterio personal en trabajo íntimo” (p. 7).

La cultura afirma Honorio Delgado “denota a la vez variedad y unidad, libertad y sujeción, universalidad e idiosincrasia, estabilidad y metamorfosis, conformidad y lucha”. Pares de antagonismos que confluyen en una síntesis, de tal modo que la cultura se configura como “una totalidad de vida espiritual en la que los extremos ponen en tensión el alma del hombre… gracias a lo cual su ser se ilumina y adquiere fuste allende la realidad de la naturaleza, y en consonancia de los más altos modelos de la humanidad” (p. 9).

La ciencia aporta a la formación del hombre culto, “aunque por sí misma, según afirmaba Platón, ´separada de la justicia y de la virtud, [la ciencia] no pasa de ser habilidad para el maleficio´, unida a ellas es poderosa disciplina de recto juicio en general, de discernimiento penetrante, de prudencia frente a la complejidad de los sucesos, y sobre todo de amor a la verdad y de modestia ante la riqueza de lo real y la inmensidad de lo arcano” (p. 13). Una ciencia, por tanto, anclada en la verdad y en continua actitud admirativa frente a la amplitud, altitud y profundidad de lo real.

La filosofía, por su parte, “persigue el ahonde de la esencia, la existencia y el valor del ser, el cual, a diferencia de los hechos, desborda la objetividad. El pensamiento filosófico hace fecundo el espíritu de quien lo profesa, a condición de que éste posea capacidad y poder para seguir con independencia el movimiento de la problemática, en procura de trascendencia” (p. 18). Ambas, ciencia y filosofía, respetando sus particularidades, afinan la visión y sentido último del hombre: ni generalizaciones impropias ni construcción de conceptos vacíos.

Cultura, ciencia y filosofía en la Universidad lleva consigo una comunidad de maestros y alumnos en continuo aprendizaje. La integración de todos los saberes, “su máxima eficacia –sigue diciendo Honorio Delgado- depende, no de las enseñanzas ni de los métodos pedagógicos, sino del ejemplo del maestro en el trabajo y en la vida. De ahí la importancia del porte personal, de cuyo íntimo peso depende en último análisis la grandeza, la mediocridad o la insignificancia de los institutos de alta cultura” (p. 22).
Conocimientos prácticos, desde luego, pero sin caer en el reduccionismo de la sola eficacia que hace del criterio utilitarista su único criterio. Integración de saberes y visión amplia de la vida supone, por tanto, una “cultura integral que sobrepone al saber de rendimiento, el saber docto y el saber formativo, y a todo saber, la elevación moral” (p. 23).

Lima, 23 de agosto de 2017.

La ideología: debilidad apasionada

18 Sábado Feb 2017

Posted by tertuliaabierta in Educación, Pensamiento, Sociedad

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Ideología, Pensamiento débil

Hay palabras y conceptos que con tan sólo mencionarlos caen como pedradas al ojo: machismo, fascismo, totalitarismo, fundamentalismo… La “ideología” se encuentra entre esos vocablos que, en las distintas formas de comprender la realidad, es la categoría más débil y precaria de pensamiento. Se la puede definir como ideas al servicio de intereses, forma simplificada de leer la realidad.

Marx le asestó uno de los mayores golpes al afirmar que toda ideología encubre la realidad y no es sino una forma de justificar los intereses de la clase dominante. Quizá el uso que nos sea más familiar es el de ideologías políticas, en su gran variedad liberal o socialista. En este sentido, una ideología se constituye como una forma simplificada de explicar el mundo y encaminada a la acción. Las ideologías no quieren pensar la sociedad, quieren cambiarla y por eso ofrecen visiones sencillas, reducibles a pocas reglas y con respuestas de cajón para resolver los problemas. Lo que les falta de rigor, les sobra de pasión.

En el conjunto del saber humano, las diversas disciplinas nos descubren variados aspectos de la realidad. Ante una rosa, el poeta dirá “no la toques que así es la rosa”; el agrónomo se da cuenta que está frente a una rosa injertada; el jardinero piensa en un vivero de flores; el teólogo verá en ella el símbolo de la Madre de Dios como Rosa mística; el geómetra se quedará admirado de la simetría de sus pétalos. Es la misma rosa y cuánto podemos decir de ella. A la ideología no le podemos pedir mucho, su mirada es corta, va al bulto, no matiza. Lo suyo es banalizar el pensamiento serio y convertirlo en un slogan efectivo: “proletarios del mundo, uníos”; “campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza”; “abajo los orcos, arriba los elfos”.

Afortunadamente, la ciencia, la filosofía, la técnica, el arte, la ética, la teología son pensamiento fuerte y riguroso. La ideología es más bien parasitaria. Y por más que se vista de seda, mona se queda. Cada cual en su sitio y, así como para saber de física, no acudimos a las novelas de Julio Verne, para saber de la condición sexuada del ser humano, poco nos puede decir la ideología.

Lima, 18 de febrero de 2017

Enamorado del Perú

28 Lunes Nov 2016

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José Agustín de la Puente, Peruanidad

“Para conocer bien, sobre todo hay que tener en el alma un buen amor”, dice certeramente Carlos Cardona. Pienso que de José Agustín de la Puente –distinguido historiador y educador peruano- se puede afirmar que, gracias a su profundo amor al Perú, ha escrito las más nobles y equilibradas páginas de nuestra Independencia. El reciente doctorado “honoris causa” que la Universidad de Piura le ha otorgado, no hace sino reconocer la calidad humana e intelectual de quien ha sabido leer nuestra historia republicana con ojos de enamorado, piedad de hijo y rigor de historiador.

Desde que lo conocí en los años setenta, cuando estudiaba en la PUCP, he admirado en él su gran capacidad para ver el bien en el decurso de la historia. Un optimista antes y ahora. En su pluma no hay trazas de amargura, ni actitudes altisonantes. Un caballero siempre, incluso con quienes no han guardado la compostura en sus críticas al referirse a la tesis que el maestro de la Puente sostiene en sus investigaciones. Allí donde tantos sólo encuentran ocasiones para lamentarse, el profesor de la Puente sabe encontrar el hilo de la madeja que anuncia promesas para nuestro futuro cercano.

En épocas de algarabía tecnocrática como la actual en dónde el “hacer” y el “tener” le hacen carga montón al “ser”, resulta urgente volver la mirada a la realidad nacional en extensión y profundidad. Prontos a conmemorar el Bicentenario de la Independencia, lo que escasea no son soles ni dólares, nos falta Patria –como bien lo recordaba Víctor Andrés Belaunde en 1914-. La Peruanidad, lo ha recordado tantas veces el profesor de la Puente, no es una exageración semántica, es una realidad entretejida con todas las sangres que se abre paso década tras década entre los desiertos de la costa, las montañas de los Andes y la Selva de nuestra Amazonía.

El profesor de la Puente ha tenido la valentía intelectual de pensar al Perú: el pasado sin prejuicios y el futuro sin miedo. Cada conversación con él se convierte en bocanadas de optimismo. ¿De dónde le viene esa alegría vital reflejada en la serenidad de sus escritos? Sus amigos y discípulos de seguro tienen alguna respuesta. A mí me basta decir que es uno de los hombres más agradecidos que he conocido y lleno de confianza en el Señor de la Historia.

Lima, 27 de noviembre de 2016.

Veinticinco años en la Universidad de Piura

14 Domingo Jun 2015

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Universidad de Piura

Hay una escena de la obra de teatro de San Juan Pablo II, “El Taller del orfebre” que me resulta ilustrativa en estas circunstancias. Ana y Esteban, polacos, durante la segunda guerra mundial se refugian en Canadá. Tres hijos, una jovencita y dos niños. Los años han deteriorado el amor juvenil y lo que prima ahora son las discusiones y desencuentros. Una tarde, Ana sale de casa a caminar harta de la situación matrimonial. Pasa frente a una joyería y decide vender su anillo, total, piensa ella “para lo que me sirve”. Entra, la recibe el joyero. Ella entrega la pieza. El joyero pone el anillo en el pequeño platillo y después le dice: “Esta alianza no pesa nada, la balanza siempre indica cero y no puedo obtener de aquélla ni siquiera un miligramo. Sin duda alguna su marido aún vive –ninguna alianza por separado, pesa nada- sólo pesan las dos juntas. Mi balanza de orfebre tiene la particularidad de que no pesa el metal, sino toda la existencia del hombre y su destino”. Sigue leyendo →

El Imperio contraataca

03 Jueves Jul 2014

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Ley Universitaria, Libertad de enseñanza

Así como en estos días del Mundial de fútbol, tenemos partidos de infarto, también se puede decir lo mismo de los debates políticos de este primer semestre: unión civil, la ley universitaria y el Protocolo del aborto terapéutico. La ley universitaria se lleva las palmas por las controversias que desató de principio a fin. La noche del viernes, contra viento y marea, por 56 votos a favor, 46 en contra y 3 abstenciones, salió la ley con sus 133 artículos y demás disposiciones transitorias y finales. Sigue leyendo →

Cuando las bibliotecas hablan

17 Jueves Oct 2013

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Derecho de la Información, Desantes

He podido revisar en estos días el segundo envío de los libros de la biblioteca del profesor Desantes, donados por su familia a la Universidad de Piura. Al igual que en el primer envío de su colección jurídica, en este segundo grupo no hay libro que sobre. Cada uno de ellos ha sido buscado, o en todo caso, aceptados cuando se han tratado de libros regalados al profesor Desantes por sus innumerables amigos y discípulos. Son libros que hablan del acucioso investigador del Derecho de la Información -a cuya disciplina dedicó su magisterio- así como del intelectual y humanista para quien nada de lo humano le fue indiferente. Sigue leyendo →

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